martes, 20 de agosto de 2013

LA REALIDAD DEL FÚTBOL INFANTIL

PANTALONES CORTITOS

 En un país en el que el fútbol infantil tiene un rol fundamental en el origen de los jugadores, Montevideo Portal entrevistó a los actores de un ambiente que se ha vuelto polémico por la presión de los padres, la violencia hacia los árbitros y el espacio que queda para los chicos, desde lo institucional, desde la cancha y desde el aspecto psicológico.
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El fútbol infantil ha sido siempre algo tan disfrutable como criticable. Entre el deleite del contacto de los niños con la pelota y el 'manoseo' que sufren al mismo tiempo por los cazatalentos, un límite muy fino divide el impulso de la presión que se puede llegar a ejercer hasta por los propios padres. Detrás de eso se esconde otra realidad, que cultiva muchos valores en los más pequeños y que los motiva a seguir un sueño, ese que tuvieron Luis Suárez o Diego Lugano.
Lo que pasa
En Uruguay, el fútbol infantil está en la órbita de la Organización Nacional del Fútbol Infantil, la que preside el abogado y periodista Alfredo Etchandy, quien dialogó con Montevideo Portal. El mandatario, quien aclaró que la Asociación Uruguaya de Fútbol Infantil está comprendida dentro de ONFI, contó que existen "598 clubes en 62 ligas distribuidas en los 19 departamentos. Hay cerca de 60 mil niños que forman parte", abarcando "entre los 6 y los 13 años de edad". "Cada club teóricamente tiene que tener ocho categorías", aunque no siempre se logra este cometido.
"A ONFI no le pagan nada ni la liga ni los clubes, es totalmente gratuito", explicó, resaltando el carácter humano y social de esta práctica. "El presupuesto de ONFI se cubre con las partidas del Ministerio de Turismo y Deporte, y con el aporte de algunos sponsors que tienen convenios con ONFI directamente", contó, aunque "sí participan de un programa que se llama 'Asistencia a las Afiliadas' donde se generan algunas cosas para ayudar a las ligas y a los clubes. Una es el Fondo ONFI, que se forma con un dinero que pone el Ministerio, con un dinero que a partir de este año pone Ancap y con dos UR que pone cada club que se pagan al Fondo". El dinero depositado se vuelca después a obras de índoles "culturales, sociales o deportivas".
Etchandy manifestó que la Organización sigue cinco banderas, debido a que "definimos el fútbol infantil como un movimiento social con una base deportiva. Sabemos que es una fábrica de jugadores, porque todos los jugadores de fútbol salen de acá, pero es mucho más que eso. Entendemos que gracias al fútbol infantil hay muchos niños de la República que tienen la posibilidad de relacionarse socialmente (...) de aprender el respeto a la autoridad, a las reglas del juego, lo que es luchar juntos por un objetivo común, enseña también lo que es ganar o perder".
Por eso, los ejes principales son "capacitación, salud (tenemos un consultorio donde hemos atendido a más de 9000 niños dándoles la ficha médica y canalizando las patologías que han aparecido, con médicos y psicólogos), jerarquía de las actividades deportivas, asistencia a las ligas y fútbol de niñas", recordando que las chicas que hicieron historia en el Sudamericano sub 17 son todas salidas de clube de ONFI.
Los que llevan las riendas
¿Quién no conoce a alguien que haya dirigido alguna categoría en esta área deportiva? Es algo normal y también social trabajar en el marco del usualmente llamado baby fútbol, pero ahora para ser entrenador hay que estudiar. Según Etchandy, "rige una resolución desde 2007" (vigente desde 2009) en la que se establece que "se requiere tener título habilitante", para ser DT, el cual se consigue "a través del ISEF, cursos de OFI, de ACJ, Instituto Dreams y ONFI hace cursos. En los últimos tres años y medio se realizaron 205 en 19 departamentos", por lo que hay hasta el momento 6093 DT registrados. Que esto se cumpla depende, a nivel zonal, de cada liga.
El lunes 21 se llevó a cabo en Montevideo la etapa clasificatoria del Mundialito Danone, en el que participaron varios clubes. La categoría 2000/2001 de Enrique López compitió y ganó, lo que fue muy celebrado por sus chicos. En el equipo se percibía algo diferente a los demás: el respeto de los padres, la calma del entrenador al dar las órdenes, y el compañerismo y la entrega.
Gerardo es responsable de esta generación, y le dijo a Montevideo Portal que el trabajo en el fútbol infantil "es sacrificado porque es a pulmón. Todos los padres colaboran. Estamos siempre con los chicos, tratando de que anden bien en el colegio, porque si no tienen notas buenas no pueden jugar; que vengan todos los días a entrenar, que sean buenos compañeros, unidos", afirmando que "el Enrique López es más bien social".
Los chicos, que entrenan tres veces por semana, dos horas cada vez, tienen como única motivación ganar. "Siempre quieren eso, pero ahí está la parte nuestra de cuando se pierde hablar, conversar. Yo tomo como ejemplo a los cuadros grandes. Si ellos pierden, ¿por qué no vamos a perder nosotros que somos un cuadro de baby fútbol?", dijo el DT.
Que quieren ganar se desprende de todos, que celebran tras el pitazo final y coinciden en un sentimiento: "¡Estoy feliz!". Gianfranco sobresale entre el grupo, por lo que grita y ordena desde el fondo, con el dorsal 6, con espíritu de líder. "Para mí lo mejor sería ser capitán de un club grande", dijo con entusiasmo a Montevideo Portal. A pesar de que no lleva el brazalete, "me gusta ordenar al equipo, hablarle a mis compañeros", contó, teniendo como referente a Diego Lugano.
Para su madre es un orgullo verlo destacarse, pero más es un orgullo saber que la disciplina de los padres desde afuera de la cancha se nota. "Todos los padres queremos que disfruten", aseguró, quitándoles presión y ayudándolos "a hacer lo que le gusta".
Las espinas de la rosa
No todo es color de rosa en el fútbol infantil. Los casos de violencia se han hecho conocer en los últimos años, y en éstos el factor principal es la falta de control de los padres, que se molestan porque sus hijos no ganan. Reclaman, muchas veces a través de la violencia física. El caso de Alfredo Alonso, un juez agredido por dos padres al punto tal de perder piezas dentales, sucedido en octubre del año pasado, es uno de los más recordados.
Etchandy aseguró que esto se debe "a la presión de los padres. Si tenemos 60 mil niños, tenemos 120 mil padres. Se calcula que en los 2000 partidos que se juegan por semana participan más de 300 mil personas. Para jugar un clásico en el Estadio Centenario se requieren más de 1200 policías, y la AUF en un año juega menos de 3500 partidos sumando todas las divisionales. En cambio en ONFI se juegan 2000 partidos por semana sin un solo policía. Así que los hechos de violencia, si bien a veces existen, son mínimos, y en porcentaje no pueden siquiera compararse con la violencia que existe en la sociedad y en el deporte, sobre todo en el fútbol profesional".
"Se entiende que no debe haber policía, y si se entendiera que así fuera no alcanzan los policías que hay en Uruguay y tampoco el dinero", explicó.
Gerardo, del Enrique López, contó que para ellos la prioridad es cuidar el aspecto social y la conducta del grupo. "Tratamos de que el comportamiento, en todos lados a los que vayamos nosotros, ganemos o perdamos, siempre hable bien de nosotros en cuanto a no hacer faltas alevosas, si se hace un foul sin querer pedirle disculpas al compañero, cuando termina el partido saludar al rival", destacó.
"Siempre tratamos de que los padres no digan nada obsceno ni grotesco porque son niños y no se merecen eso", resaltó el entrenador.
La violencia sobre los jueces se justifica, por otro lado, porque los padres aplican un mecanismo de defensa. La psicóloga Rosario Vidal, especializada en psicología infantil, explicó a Montevideo Portal que "la gente tiene bronca y la desquita en otros lados", mediante un proceso llamado desplazamiento, y vuelca la responsabilidad de lo que suceda en el árbitro, que pasa a ser el malo, mediante lo que se conoce como proyección.
Pero la violencia de los progenitores también se refleja en las relaciones que tienen con sus hijos. Rosario entiende que el juego, algo que puede ser muy "provechoso para el niño, porque está muy encerrado y necesita jugar", se vuelve de alguna manera algo negativo, por las presiones que sufren en la cancha, "independientemente del resultado". El depositar lo que no tuvieron en sus chicos es algo "horroroso y terrorífico", manifestó, porque "repercute en la imagen que el pequeño tiene de sí mismo, por si defrauda a su padre".
Además, recaló en la elección que muchas veces no tienen los que practican fútbol infantil. "No eligen las condiciones", como entrenar con frio o lluvia, "lo aceptan como tal y es peor, porque si sienten una crítica es demoledora", manifestó, ya que está "formando su identidad".
En este proceso y pensando ya en el salto del baby fútbol a las inferiores de algún club, la psicóloga también hizo referencia a la situación que los pre adolescentes viven al tener que separarse de su familia para llegar a Montevideo, en la que muchas veces no existe la capacidad de decisión del mayor involucrado, visto como un "instrumento de la sociedad".
En este marco, entendió que peor que las presiones económicas que algunos padres ejercen sobre los niños (pensando en un futuro exitoso), es la frustración que se carga en ellos. Si "no se considera al niño como persona, se vuelve perversión", explicó, confirmando de "violencia simbólica" en estos casos en los que se busca sólo un medio para canalizar sentimientos.

Belén Fourment | Montevideo Portal

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